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Protocolo deportivo: un detalle que marca la diferencia

El deporte es mucho más que competición; es un espacio de unión entre culturas, valores e instituciones. En este contexto, el protocolo juega un papel fundamental, aunque muchas veces pasa desapercibido. Su desconocimiento puede llevar a errores que afectan la imagen de los eventos y generan tensiones innecesarias, desde banderas mal colocadas hasta himnos equivocados.


A primera vista, un fallo protocolario puede parecer un detalle menor, pero sus consecuencias pueden ser importantes. Durante los Juegos Olímpicos de Río 2016, la organización izó una bandera incorrecta de China en una ceremonia de premiación. Este error generó fuertes críticas y malestar en la delegación china, dañando la percepción de profesionalismo del evento.


Otro caso ocurrió en un torneo internacional de fútbol, cuando se tocó el himno nacional de Andorra en lugar del de Albania. Este incidente, más allá de ser una anécdota embarazosa, generó tensiones diplomáticas que opacaron el espíritu deportivo. Además de los símbolos nacionales, errores como la colocación inadecuada de autoridades, desórdenes en la entrega de premios o ceremonias mal ejecutadas pueden reflejar una falta de atención al detalle y afectar la experiencia de atletas, espectadores y patrocinadores.


Lejos de ser una complicación innecesaria, el protocolo es una herramienta clave que garantiza el respeto, la armonía y el orden en cualquier evento deportivo. Su correcta aplicación proyecta profesionalismo, fomenta los valores del deporte y refuerza la imagen de las instituciones organizadoras.


Sin embargo, en muchos casos, los gestores deportivos no cuentan con formación específica en este ámbito, lo que los deja expuestos a errores evitables. Esto no significa que deban convertirse en expertos en ceremonial, pero sí adquirir los conocimientos básicos que les permitan gestionar eventos con confianza y precisión.


Apostar por la formación en protocolo tiene beneficios claros:

-Evita errores costosos: Conocer las normas protocolarias asegura que todo fluya sin inconvenientes.

-Fortalece la imagen institucional: Un evento bien organizado transmite seriedad y compromiso.

-Fomenta valores deportivos: El respeto, la inclusión y la igualdad se reflejan en actos bien estructurados.


Formarse en protocolo no tiene por qué ser complicado. Los gestores deportivos pueden beneficiarse de talleres, seminarios y guías prácticas que los ayuden a aplicar estas normas de manera efectiva. También es recomendable colaborar con expertos en protocolo para la planificación de eventos más complejos.


El protocolo no es un lujo ni una formalidad innecesaria; es el hilo invisible que mantiene el orden en los eventos deportivos y potencia sus valores. Incorporarlo como parte esencial de la gestión deportiva no solo evita errores, sino que eleva la calidad de los eventos, dejando una impresión positiva en todos los involucrados. Porque, al final, en el deporte, como en la vida, los pequeños detalles marcan la diferencia.

María Valero

Estudiante del Máster en Gestión Deportiva de la UPV.