Innovación

Accesibilidad VS viabilidad: el debate sobre la venta de entradas en deportes y clubes pequeños

Desde hace un tiempo, la cuestión de cobrar entradas a los espectadores que vienen a disfrutar de encuentros deportivos resulta un tanto controvertida, especialmente cuando se trata de clubes pequeños o deportes minoritarios. Mientras que los grandes eventos y equipos suelen contar con una base de aficionados dispuesta a pagar por ver a sus atletas, para muchos clubes de menor envergadura la decisión de cobrar o no por la entrada es más compleja.

En muchos casos, estos clubes dependen de los ingresos que generan las taquillas para cubrir los gastos básicos, sin los que podrían verse obligados a reducir su actividad o incluso a desaparecer. Algunos de ellos serían la compra de material, el pago de instalaciones y sueldos o los gastos asociados a las competiciones, lo cual repercute directa y recíprocamente en el espectador. De hecho, este sistema puede verse incluso como un mecanismo para profesionalizar su deporte. Y es que, fuera de España, es común cobrar un precio simbólico por entrar a una piscina o una cancha, en el que eventualmente se incluye un refresco o algún espectáculo, sorteo…

En contrapartida, esta medida pondría en tela de juicio la fidelidad del público, mayoritariamente compuesto por familiares y amigos de los competidores.  Asimismo, muchas disciplinas perderían la ventaja que supone dejar la puerta abierta, con el fin de atraer a nuevos practicantes mediante el espectáculo.

Sin duda, las entidades locales y deportes más minoritarios siguen enfrentándose hoy al desafío de preservar su viabilidad económica, mientras mantienen su identidad y tradición para no alejar a su público o a posibles curiosos.

Algunos equipos, como el G2 Esports, optan ya por un enfoque de «economía circular», impulsando alternativas como academias, merchandising ecológico o proyectos de responsabilidad social. Este modelo de gestión deportiva prioriza la sostenibilidad financiera, reduciendo la dependencia de ingresos fluctuantes.

Paralelamente, otros clubes y ligas están comenzando a utilizar plataformas de crowdfunding para financiar sus actividades. Este modelo permite a los aficionados invertir directamente en sus equipos y proyectos. Un ejemplo es el Club Atlético Basilea, que ha recaudado fondos para construir nuevas instalaciones a través de pequeños aportes de los fans, en un movimiento que democratiza la financiación y la gestión deportiva. Por ende, este tipo de gestión permite un modelo más transparente y participativo.

Irene Sáez Molina

Estudiante del Máster en Gestión Deportiva de la UPV.