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Violencia, deporte y… ¿valores?

El presente artículo de opinión ha sido elaborado por el gestor deportivo Carlos García Morcillo.

El deporte es un gran transmisor y ejemplo de valores positivos. Pasando por valores individuales como el esfuerzo, la superación, la honestidad… y resaltando los valores colectivos de compañerismo, trabajo en equipo y solidaridad. Esto lo sabemos profesionales tanto de la gestión deportiva, como de la educación física o los propios trabajadores del fitness, pero ¿lo ve así realmente la legislación vigente? ¿se realizan actuaciones coherentes para mantener los valores deportivos en la cúspide de la buena reputación? ¿qué pasa con el respeto al árbitro y a los jugadores por parte de las hinchadas?

El fútbol profesional se ha convertido en un espacio de difícil acceso para niños a quienes se les educa en valores positivos de interculturalidad, respeto y cero tolerancia a homofobia, racismo o xenofobia.

Unos dirán que no es para tanto, otros que siempre ha sido así… Es necesario replantear esta visión y comenzar con una ruptura trasversal de esta tónica, aunque se crea lo contrario, general.

– Sí, se debe abordar desde las pequeñas escuelas, educando en el respeto a los jóvenes participantes- dicen numerosos altos cargos y entendidos en la materia. No obstante, desde aquí se propone otra reflexión. Ruptura trasversal, comenzando por la cúspide del problema. Comenzando por aquello que más se ve y mayor referencia tiene para niños, jóvenes y aficionados en general. Y esto solo es posible de la mano de una reglamentación y unas medidas más estrictas. Estamos de acuerdo en suspender un partido una vez por cánticos insultantes, por supuesto. Pero, que se haga en todos los campos, con todas las aficiones y con un control mayor. Hoy en día las cámaras del estadio alcanzan cualquier rincón del graderío. Que se legisle en consonancia para sacar del estadio a aquellos que, en lugar de animar a su equipo, se dedican a insultar, faltar al respeto y dar esa visión repugnante del fútbol moderno que, por desgracia, todos conocemos y tenemos tan asumida. ¿Y si son cánticos a nivel masivo? Que se suspendan tantos partidos de tantas jornadas hagan falta para concienciar de que espectáculo y comportamiento cívico deben ir de la mano.

No es posible confiar en las acciones individuales de todos los aficionados. Pero sí lo es en la legislación y en el buen hacer de los dispositivos de seguridad que deben velar por su cumplimiento.

– Medidas drásticas, imposibles de llevar a cabo -, dirán algunos. Drásticas lo son, pero también lo son los innumerables conflictos en el fútbol base, como imitación y reflejo de nuestro modelo, el fútbol profesional.