Gestión

Todo lo que el fútbol femenino español debe envidiar del modelo de gestión deportiva inglés

El siguiente artículo ha sido redactado por la gestora deportiva María López Fuster.

Para entender el tremendo crecimiento del fútbol inglés en los últimos tres años hay que señalar dos aspectos. El primero es la visibilidad y la promoción. Los Juegos Olímpicos de Londres dieron a conocer a la selección femenina en todo el país, que respondió con grandes números en cuanto a share; la siguiente fecha clave fue el Mundial de 2015, pero no supieron aprovechar el tirón. Lo que sí hicieron fue aprender del error, por lo que se prepararon para el Mundial de 2019: la semifinal contra Estados Unidos reunió a 11,8 millones de audiencia La derrota no supuso un freno. Semanas después, Barclays cerraba un acuerdo de patrocinio de la FA WSL, con una inversión de medio millón de euros a repartir entre los doce clubes de la élite en función de su clasificación. Además, la creación de una aplicación para ver todos los partidos, FA Player, la apertura de grandes estadios (el City abría el Etihad para el primer derbi de Manchester de la historia, al que respondieron 31.213 personas) y la incorporación de nuevos patrocinadores han multiplicado el interés, aumentando considerablemente tanto la asistencia como la audiencia.

El resultado de todo esto es el de una liga competitiva que llama la atención de grandes futbolistas. Esta es la segunda clave: los fichajes. El United incorporaba a la catalana Ona Batlle, una de las afectadas por el conflicto que existe en España por los derechos de formación, y a las estadounidenses Christen Press y Tobin Heath, atrayendo el foco mediático internacional. El Chelsea, por su parte, protagonizó el traspaso más caro de la historia al pagar más de 300.000 libras al Wolfsburgo por Pernille Harder, la mejor jugadora europea según la UEFA.

Lo que en Inglaterra es ya una realidad, en nuestro país son retos; pese a que existe una intención más bien de palabra, las políticas que se están llevando a cabo nos hacen pensar que son objetivos más a largo plazo y que no veremos tal inversión hasta dentro de varios años.