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Los tres pilares para un tenis base y mini tenis eficaz

El siguiente artículo divulgativo ha sido realizado por Sergio Escriche Faus. La información de contacto sobre el autor se encuentra al final del mismo.

Existe un sinfín de artículos, videos y demás publicaciones en que se nos explica a los entrenadores cómo organizar una clase de mini tenis o de tenis base. En este artículo he querido plasmar la esencia de aquellos parámetros que son fundamentales para un buen funcionamiento de las mismas sin ahondar en demasía en mi gran pasión, la metodología.

Como dice el refranero popular: “cada maestrillo, tiene su librillo”. Existen maneras casi infinitas de dar una buena clase de mini tenis, siempre y cuando partamos de una correcta ética de trabajo. Podríamos consensuar que tratar de transmitir o enseñar lo máximo posible en cada sesión, debería ser objetivo irrenunciable de cualquier profesional del campo de la enseñanza. Tomando como punto de partida la pasión, considero que existen tres pilares o conceptos fundamentales a tener en cuenta para conseguir que nuestras sesiones sean eficientes y eficaces: el lenguaje, la disciplina y la diversidad de las sesiones.

A los lectores pudiera parecerles que son conceptos aleatorios o que no tienen demasiado que ver unos con otros, ya que abarcan campos muy diferentes como la comunicación, el comportamiento y la metodología. Pudieran resultar campos aislados entre si, pero trataré de explicar la conexión entre ellos a fin de justificar el título de este artículo.

El lenguaje será el elemento que más nos ayude a crear un ambiente idóneo para el aprendizaje y para el buen desarrollo de las sesiones durante la temporada. Debemos intentar utilizarlo de una determinada forma, que paso a enumerar a continuación:

1- Los mensajes deben ser concretos y sencillos: si tratamos con niños, sobre todo a edades tempranas, debemos tener en cuenta que su forma de pensar es muy concreta, en contra de la de los adultos, más vaga y abstracta. Si queremos que sigan una instrucción hemos de darla de forma precisa: en lugar de decir “cuida del material” podemos decirles “intentad mantener la raqueta en la mano”. Podríamos decir “no tiréis la raqueta” pero el mensaje es negativo y surtirá menos efecto.

2- Debemos asegurarnos de que el niño/a está escuchando: llamarles por su nombre y esperar a que haya intercambio visual con el alumno/a. No sirve de nada tratar de dar una instrucción si está haciendo otra cosa que poco tiene que ver con el ejercicio en cuestión.

3- Pedir las cosas de forma sencilla y concisa: un ejemplo que siempre me llama la atención es el de decirle a un alumno la frase: “a recoger”. Si es durante el ejercicio, debemos indicar cuántas pelotas deben recoger; de no hacerlo, suelen pasar dos cosas: o bien se entretienen recogiendo más pelotas de las necesarias y no regresan a continuar con el ejercicio manteniendo el ritmo requerido o responden a nuestra instrucción preguntando: “¿y cuántas recojo?”.

4- Ser amable y correcto al hablar: expresiones como “por favor” y “gracias” antes y después de la realización de una petición o acción hace que los niños sientan que se establece una relación de respeto. Incluso ese niño/a más “movido” o “menos obediente” acabará utilizando ambas palabras asiduamente.

5- Gratificar al niño/a por su adecuado comportamiento. Este punto puede generar controversia, pero utilizar un mensaje de agradecimiento o de refuerzo positivo cuando el niño/a lo intenta, lo consiga o no, es muy positivo para que se centren en la tarea y dejen a un lado el resultado final del ejercicio. Gratificar también es decirle a un alumno/a: “lo has hecho genial, en unos meses verás cómo la pelota pasa la red”. Seguro que ese niño/a esboza una sonrisa.

El siguiente aspecto que vamos a glosar es la disciplina. Entendido por muchos como un adjetivo cruel y perverso que trata de someter al alumnado y llevarlo a un estado de control continuo, yo digo NO. La disciplina genera autocontrol y hace que el alumno/a entienda los límites en cada momento. La disciplina debería ser aquel conjunto de normas que nos permite que exista un orden a la hora de afrontar una tarea y que permita a los demás integrantes de un grupo disfrutar o trabajar con las menores interferencias negativas posibles. A continuación, unas pautas acerca de este aspecto tan necesario:

Creación de unas normas comunes: todos los integrantes deben de conocer y cumplir una serie de normas. Podemos empezar por algo simple como instaurar que se den las buenas tardes al entrar en la pista. El alumno que no cumpla esta norma básica no podrá comenzar la clase. Se puede hacer lo mismo con un pequeño calentamiento. De esta manera podemos conseguir algo fundamental: que todos los alumnos se sientan al mismo nivel.

Se puede hablar y reír en clase, pero cada cosa tiene su momento: debemos dejar claro y reiterar que los alumnos están en un espacio de diversión y esparcimiento, pero también de aprendizaje y desarrollo personal. Establecer unos momentos para cada cosa favorece a toda clase de alumnos. No debemos permitir que aquellos alumnos que vienen porque son unos amantes del tenis, pierdan horas y horas al año porque todo es divertimento y cháchara. Tampoco debemos encorsetar sobremanera a aquellos alumnos que, queriendo aprender, lo hacen de forma mas distendida. Por ello debemos marcar muy bien los tempos y momentos de las sesiones para que se desarrolle correctamente.

Priorizar la consecuencia a la amenaza: cuidado con amenazar. Con la amenaza el niño puede sentirse presionado y se genera un mal clima para el aprendizaje, sin embargo, el hacerles ver las consecuencias de una actitud incorrecta les hará reflexionar sobre la realización o no de un acto concreto. Explicar el por qué evita que el alumno crea que nuestras decisiones son arbitrarias.

Dar al niño/a la posibilidad de recapacitar: la aplicación de las normas buscando la disciplina no debería ser aplicada durante toda una sesión. Aquí es cierto que es muy importante que el entrenador/a no sea orgulloso/a. Vamos a explicar esto con mayor detenimiento. Si “castigamos” a un alumno/a hasta el final de la sesión nos pueden ocurrir varias cosas:

a. Listón demasiado alto para futuros toques de atención.

b. Que la sesión acabe de iniciarse y perjudicamos al alumno/a sin darle la oportunidad de corregir su actitud y le dejamos sin poder entrenar, que es lo que queremos que haga.

c. Que le privemos de ese “juego o ejercicio final” que tanto le gusta cuando realmente ha hecho un buen entrenamiento.

d. Que nos acabemos arrepintiendo por haber impuesto una penalización tan grande y, que una vez recapacitado en frío, nos demos cuenta de que ha sido excesivo.

En cambio, si “castigamos (corregimos)” a un alumno durante la sesión de forma puntual y durante un tiempo limitado, podemos integrar los tres puntos anteriores en la “lección” que le queremos dar al alumno con ese toque de atención. Para ello es muy importante que seamos capaces de seguir con normalidad la sesión para con ese alumno. Si el alumno se compromete a recapacitar, NO PODEMOS disminuir la corrección o los comentarios proactivos hacia su manera de ejecutar el ejercicio. De hacerlo, dejamos en evidencia que no somos capaces de empatizar, entender y perdonar aquellos que tenemos la labor de educar en los valores del deporte.

Por último, hablaré de la variación en las sesiones. Aquí me gustaría abrir y generar un pequeño, o gran debate, entre los entrenadores. Aquellos que defienden que el tenis es tenis y la repetición es el único camino para enseñar frente a aquellos que tratan de dar variedad a sus sesiones, con el fin de enganchar y generar expectativa y sorpresa clase tras clase al alumno sin pretender reinventar el tenis. Seguramente quede claro qué posición defiendo, sin desmerecer la otra corriente de pensamiento.

La sociedad ha cambiado mucho en los últimos 16 años. Y digo 16 porque son los años que llevo impartiendo clases de tenis. Soy un millenial, y a mis 32 primaveras y con mucha “mili” en escuela base puedo reafirmar la primera frase de este párrafo. Los niños y niñas de 5 años ahora no se parecen a los de hace 16 años, ni que decir tiene que mis colegas me dicen que tampoco se parecen a los de hace 30. Pero todavía se parecen menos los alumnos/as de 8 a 14 años.

En un mundo hiperestimulado en lo multimedia, e hipersedentario en lo que a moverse en el día a día se refiere, deberíamos acercarnos a esa estimulación con variedad en nuestro desempeño. Si, ya me he posicionado, “se me ha visto el plumero”.
Podría escribir varias páginas más hablando del tema, pero me voy a limitar a enumerar las ventajas, bajo mi punto de vista y experiencia, que tiene generar sesiones diferentes semanas tras semana en las escuelas base y mini tenis. Aquí tienen la lista de los beneficios a ojos del alumno/a:

  1. Me están enseñando muchos aspectos del deporte.
  2. Tengo mucho que aprender, pero cada semana voy a dar un pasito.
  3. Vamos a marcarnos unos objetivos cuantificables, debido a que hay un trabajo planificado.
  4. Me gusta ir a clase porque me relaciono con más gente. Si las clases son variadas y me siguen enseñando, seguiré viniendo sin la sensación de hacer todos los días lo mismo.
  5. No me quiero perder la clase, ¿hoy que tocará?
  6. Me da clases un buen profesional que planifica, ordena y busca que cada sesión sea diferente.
  7. Con la gran cantidad de ejercicios diferentes, estoy constantemente tratando de conseguir pequeños retos.
  8. El profesor me sorprende cada día.
  9. Me gusta y me entretiene y quiero ir más días en vez de hacer otra actividad física más aburrida.

Espero que les haya servido si han llegado hasta el final. Recuerden que la forma de hablar ayuda a aplicar la disciplina, la disciplina nos lleva a comportarnos y realizar buenas sesiones de entrenamiento, y generar sesiones variadas nos lleva a interesar a los alumnos, provocando que quieran aprender y sean disciplinados. Les agradezco enormemente su lectura y hasta la próxima.

Muchas gracias.

Sobre el autor

Sergio Escriche Faus.

Instagram: @sensibilitytenniskids
Mail: sergioescricheroc@hotmail.com