Turismo Deportivo

EL RETO DE LOGRAR TURISMO DEPORTIVO SOSTENIBLE

El turismo deportivo se da cuando una persona viaja para ver o participar de algún evento deportivo – puede ser para deportes competitivos y sus eventos donde se congregan varios miles de personas (turismo de deportes “duros”) como el fútbol y el mundial FIFA, el fútbol americano y el Super Bowl; o para deportes recreativos donde se atrae gente en mucha menor cuantía, pero se da durante todo el año (turismo de deportes “suaves”) como el golf con jugadores y jugadoras que viajan a los campos de golf más extremos, o el hiking con las diferentes rutas según el nivel de experiencia que se tenga.

Viendo un poco más en profundidad, se pueden discernir cuatro tipos de turismo deportivo:

Turismo para eventos deportivos, donde encontramos los ejemplos antes mencionados sobre deportes “duros” y “suaves”, todo relacionado a la congregación de personas para un evento con cierta duración (un día, como un mes).

Turismo de nostalgia deportiva, donde se tiene como propósito viajar para revivir éxitos del pasado como museos, exhibiciones y de esa índole, relacionados al deporte.

Turismo deportivo activo, donde encontramos en su mayoría a los y las atletas que realizan de manera activa la práctica del deporte por el que viajaron; sea de manera amateur, profesional o por hobby.

Turismo deportivo pasivo, donde encontramos a los usuarios de los eventos deportivos, los y las fans. Que terminan siendo el motor del impacto económico de los eventos.

Por otro lado, tenemos los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que todos los participantes de las Naciones Unidas han adoptado como parte fundamental de la Agenda 2030. Esta agenda tiene como objetivo presentar un plan para el crecimiento económico sostenible, y paz.

El deporte tiene el potencial de acompañar el desarrollo de los 17 ODS como la mano de creación de puestos de trabajo, gasto de los y las turistas, inclusión de los locales e involucramiento de la comunidad, entre otros. Así como todo, si no es bien llevado, puede generar impactos negativos en las localidades desde el lado medioambiental, contaminación auditiva, inseguridad, choques culturales, entre otras.

Con números tan altos como 200.000 millones de dólares de inversión que se pueden espera para un mundial como el de la FIFA en Qatar 2022, la sostenibilidad no es parte de un segundo plano sino una obligación.

Desde la perspectiva de los clientes de los eventos, como la generación Z, están mucho más pendientes de saber de dónde vienen los productos y servicios que consumen y a dónde van. Entonces hoy ser sostenible deja de ser una ventaja comparativa, sino una necesidad para poder subsistir en cualquier proyecto.

Aquí es donde entra la labor de gestión y planificación que esté basada en metas, integrativa tomando en cuenta a todos los stakeholders, enfocada al mercado (local e internacional), dirigida a la preservación de todos los recursos (ambientales, culturales, sociales) y que sea sistemática para poder escalar las actividades según el tamaño del evento y las necesidades.

Renato Pacheco

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