LAS ENTIDADES DEPORTIVAS “REALES”
Fue desde hace un tiempo que, en mi cabeza, surgió una duda consecuencia de mi afición por la observación y la curiosidad sobre cosas que a la mayoría de mortales no interesan. ¿Por qué algunos clubs o federaciones en España tienen la denominación “Real” en sus nombres oficiales y otros no? ¿Tienen alguna ventaja o beneficio sobre aquellos que no la tienen? ¿Será que la monarquía tiene especial simpatía por algunos clubs, federaciones o deportes?
Es necesario hacer un viaje en el tiempo y regresar al pasado para conocer los orígenes de la inclusión de esta denominación en los clubs deportivos, situándonos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en el reinado de Alfonso XIII (bisabuelo del actual monarca, Felipe VI), el cual, debido a su gran afición futbolera, concedió la distinción a numerosos clubs de fútbol. Las primeras entidades en recibir tal distinción fueron el Club Deportivo de la Sala Calvet y la Sociedad Deportiva Club Coruña en 1908, entidades que acabaron constituyendo el actual Real Club Deportivo de la Coruña.
Aunque pueda parecer extraño hoy en día, en aquellos tiempos los clubs con la denominación “Real” empezaron a considerarse con un estatus superior sobre el resto, aunque en la práctica no conllevase ventaja de ningún tipo más allá del uso de la corona en el escudo o el cambio de nombre. Actualmente tal denominación sigue constituyendo una distinción, con una utilidad que no va más allá de la simbólica u honorífica (lo cual tampoco es cuestión de decir que sea poca cosa). Así pues, cualquier club o federación, eso sí, de manera motivada, como por ejemplo un reconocimiento a la trayectoria de la entidad o su utilidad especial, puede solicitar a la Casa Real que incluya el título de “Real” en su nombre oficial, pero, en todo caso, se han de seguir una serie de trámites burocráticos con la Casa Real. Uno de los ejemplos más recientes en recibir tal distinción lo ha protagonizado el Real Ciencias Rugby Club, de Sevilla, como celebración de las bodas de oro del club, o por ejemplo federaciones autonómicas como la cántabra de fútbol, coincidiendo con la celebración de su centenario, los cuales suelen implicar como agradecimiento a la Casa Real la consideración como Presidente de Honor del rey vigente.
Por último, no es necesario que la entidad deportiva tenga su sede en España, ya que el reconocimiento monárquico por parte de la monarquía española puede extenderse a entidades de países con lazos históricos con España, como el Real Club Deportivo España, de Honduras, o el Club Real Potosí, de Bolivia, este último, como nota curiosa, con un escudo con un parecido extremo al del Real Madrid.
Luis Civera Diago
Alumno del Máster en Gestión de Entidades Deportivas – UPV