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El turismo deportivo, ¿una moda?

El siguiente artículo ha sido redactado por la gestora deportiva Ana Martínez Jímenez.

Cada vez somos más las personas que viajamos no solo por conocer lugares nuevos, sino por practicar actividad física en ellos, ya sea realizando senderismo, ciclismo, running, trail, piragüismo, paddle surf, golf, y un largo etcétera. Según el INE, en el año 2019 el gasto total de viajes de residentes españoles realizados por motivos vinculados al deporte fue de 1.152,8 millones, este se redujo a más de la mitad el siguiente año a causa de la pandemia. Estos datos siguen recuperándose pero no hay duda alguna de que el deporte es de vital importancia en la recuperación económica del país.

Si bien es cierto que hay actividades estacionales, se pueden aprovechar muchas otras para mantener la atracción de los turistas en las épocas de menos afluencia. Esta es una de las principales ventajas de este tipo de turismo, que no depende de 1, 2 o 3 meses de temporada alta, sino que si está bien estructurado y organizado, una empresa o localidad puede aprovechar sus recursos para mantener una afluencia alta de clientes y turistas en todas las épocas del año.

Además, el turismo deportivo no solo incluye experiencias activas, sino también experiencias pasivas, que son aquellas en las que la persona disfruta de un espectáculo deportivo como un partido de baloncesto, un torneo de tenis, una carrera de motociclismo, entre otros. Ambos tipos de experiencias además de generar beneficios por la venta de entradas o participación (ej. maratón, Iron-Man), también generan normalmente un beneficio importante en la localidad en la que se lleva a cabo, porque el viajero se alojará en ella, comerá y comprará merchandising.

En resumen, el turismo activo está de “moda” y hay que conseguir que no sea pasajera, sino permanente.